Si tu mujer te cocina rico y variado es porque te caga con otro (vox populi).Poco se ha hablado formalmente de esto ya que no tiene arraigo científico y nadie quiere quedar expuesto, pero por lo bajo, en muchos ámbitos, se reconoce como una prueba fehaciente de infidelidad.
Tema machista, es cierto. Conversado habitualmente en mesas de hombres en momentos de ocio, ya sea charla a la hora del café en la oficina, en el bar a la salida de trabajo, o donde habitualmente lo he escuchado mas a menudo: durante el horario del almuerzo en los comedores de las fábricas.
Allí, cuando se despliegan variedad de viandas de todo tipo, ojos maliciosos van siempre en busca del plato mas rico y mas abundante del día para dar con el candidato a las gastadas de cornudo.
Años atrás estuve trabajando en una fábrica de galletitas, en donde a la hora del almuerzo nos juntábamos un grupo de 7 u 8 integrantes mas o menos constante, dependiendo de la demanda laboral del dia. En esa época, el que estaba de liga con la bromas era el gordo Rinaudo. La mujer le preparaba unas viandas dignas de un restaurante de primera línea, con entrada, plato principal y postre. El gordo Rinaudo no se enojaba nunca por las gastadas, se encogía de hombros, inflaba los cachetes, sonreía haciendo ji jí, y seguía comiendo.
Un dia, antes de un almuerzo, nos agarró el Zurdo Mendiondo en el baño y nos dijo:
- Che boludos, cortenlá con las gastadas a Rinaudo que la mujer lo caga en serio.
Nos quedamos pálidos. De pronto nos sentimos mal. El gordo era un buen tipo y le habíamos estado diciendo un montón de cosas en joda que ahora resultaban ciertas.
- ¿Y vos como sabés?-, le pregunté.
- Lo caga con un supervisor de la papelera que trabaja a contraturno con el gordo. Es vecino de mi hermano, él me contó.
La mujer de Rinaudo no era de una gran belleza, pero si atractiva.
- Está cogible-, dijo el Polaco.
- Yo también le daría- agregó Sandaza.
- Bueno, basta-, nos apuró el Zurdo. Hoy en la mesa vamos a hablar de fútbol y a otra cosa. ¿Entendido?
Todos asintieron.
Los dias pasaban sin que lo hubiéramos vuelto a gastar y había un montón de temas de conversación en la mesa, pero no podíamos dejar de quitar los ojos de encima a las viandas que traía Rinaudo. Incluso no solo aumentaba la calidad, sino el tamaño de las mismas.
- Muchachos, creo que me traje de mas, ¿quieren compartir?- Dijo un dia el gordo.
Y a partir de allí, ya todos picoteábamos un poco de las deliciosas viandas de Rinaudo.
De aquellas primeras con torrejas de acelga y milanesa a la napolitana nada quedaba, y dia a dia nos sorprendíamos con platos tales como "Lomo mechado agridulce", "Mousse de salmón y camarones" o "Pollo relleno con almendras y manzanas". En paralelo, nos enterábamos por el hermano del Zurdo, de que la relación de la señora del gordo con el supervisor de la papelera iba viento en popa, cada dia mas firme.
¿Quien iba a atreverse ahora a decirle la verdad al gordo, si todos éramos cómplices de los banquetes?
¿Nos había comprado a todos esta mujer? ¿Era mucho mas astuta de lo que creíamos?
La realidad es que nunca nadie del grupo le dijo nada al gordo.
El día que trajo "Trucha rellena con champignones" el Polaco alcanzó a balbucear -esta ya debe andar por un "menage a trois", mas o menos-.
Le pegué un codazo en las costillas y le susurré -callate y seguí comiendo-.
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