30 de agosto de 2015

Letargo

Desperté, como de un letargo.
No puedo precisar cuanto tiempo estuve dormido.
Salí a la calle; escuché las conversaciones de la gente en los bares, en los colectivos.
Hablaban estupideces, temas menores, intrascendentes.
Fuí a clases; los profesores sabían menos que yo. Los alumnos tardaban demasiado en procesar conceptos extremadamente sencillos.
Miré televisión; los actores y las actrices eran feos, muchos mas feos que yo. Los periodistas de los noticieros usaban palabras ramplonas, y no se entendía, en definitiva, que era lo que querían transmitir.
Me encerré en los cines, miré decenas de películas. Adiviné el final de todas y cada una. Los actores y las actrices de las películas también eran feos. E inexpresivos o sobre actuados.
Fuí a espectáculos deportivos. Son lentos, los deportistas comenten errores inadmisibles, gesticulan, hacen ademanes, se desconcentran, los adivino torpes e inseguros.
Ninguno tendría la menor chance compitiendo conmigo,
Los líderes políticos están vacíos.
Los industriales hacen menos dinero del que yo haría con sus empresas.
Veo a todos por encima.
Soy mas inteligente que quienes me rodean.
Tengo mas fuerza.
Mi carisma es arrollador.
Soy mas negro que los negros y mas rubio que los rubios.
¿Será que soy Dios?
¿Cuanto tiempo estuve dormido?