18 de febrero de 2017

El Gato Agazapado

Desde aquí los veo perfectamente. Son un paisaje patético.
Ellos no pueden verme a mi, aunque perciben mi presencia.
El perro olfatea mi olor, lo noto por como levanta levemente su hocico mientras ligeramente mueve la cabeza en busca del rastro.
El pusilánime ratón se mantiene al abrigo del perro. Mueve desesperadamente los bigotes y sus orejas tiesas giran para abarcar el area de donde pueda venir el sonido de su depredador natural. Que imbécil; se siente seguro junto al estúpido del perro, pero así y todo tiene miedo. Puedo sentir los latidos de su corazón.

Aunque los veo perfectamente, confieso que no estoy muy cómodo aquí, Estoy agazapado esperando que se vaya el perro y el cobarde ratón se quede solo a mi merced. Con un ágil, preciso y elegante salto, desde aquí mismo, le pondría mis garras encima y lo devoraría antes que pudiera siquiera emitir ese chillido agudo, bobalicón y mantequita que tanto detesto..


No estoy muy cómodo aquí, es verdad, agazapado apenas con el espacio justo. El estúpido del perro no puede verme, y aunque lo hiciera, no podría alcanzarme. No haría mas que ladrarme como un desquiciado, malgastando toda su tonta energía emitiendo ese ronco sonido que tanto detesto.

Estoy muy alto y él no puede trepar. Aquí me voy a quedar, tieso, agazapado, incómodo. Y cuando me ladre figuraré una actitud petulante
y altanera, de menosprecio a su impotencia a sabiendas de que él aquí no llega.

Y no me moveré, porque mas allá de la postura que transmita, me quedo quieto porque soy un cobarde, le tengo miedo. Su ladrido me aterra tanto que no puedo mover ni los bigotes.

15 de febrero de 2017

Urgencia

En una reunión de trabajo de una fábrica, un lunes a las 9 de la mañana.
Jefe de mantenimiento: - se rompió el sistema de transmisión de la máquina y no tenemos repuesto en el almacén.
Gerente: - esto es una urgencia, hay que salir a comprar el repuesto de inmediato.
Comprador: -¿estaba programada para hoy esta urgencia?

9 de febrero de 2017

Mi Tía Yoya

A mi tía Yolanda le decíamos Yoya.
Pero no era su apodo devenido de un apócope de su nombre; no.
Sino por la forma con que habitualmente iniciaba todos su comentarios:
- Yo ya te lo había dicho antes.
- Yo ya sabía que esto iba a terminar así.
- Yo ya me compré uno mejor.
- Yo ya estuve acá en otras vacaciones.
- Yo ya no se que mas hacer al respecto.
- Yo ya lo terminé.
- Yo ya conozco a varios como vos.
- Yo ya fui y vine para cuando vos te decidiste.

Y así podría enumerar varias mas.
Lo curioso, es que, a pesar de que eran frases para menoscabar al prójimo, las decía en un tono cantarín y maternal, por el cual a uno no le caía mal de entrada, sino mas tarde, una vez que las palabras habían dado varias vueltas por el cerebro antes de asentarse en el corazón.

La tía Yoya falleció cuando yo ya me había hecho a la idea de que nos iba a enterrar a todos.
En su testamento fue bastante generosa con nuestro lado de la familia.
A mi hermana le dejó una casita en las sierras de Córdoba y a mi un Renault 12 con poco rodaje.
A mis primos políticos Damián y Hernán no les dejó nada.
Juraron ir a orinar su tumba, y lo hicieron.
Grande fue sorpresa cuando llegaron y, junto a la lápida, encontraron una pelela con una leyenda que decía: "Yo ya sabía que iban a venir. Lávense las manos después de mear".