9 de febrero de 2017

Mi Tía Yoya

A mi tía Yolanda le decíamos Yoya.
Pero no era su apodo devenido de un apócope de su nombre; no.
Sino por la forma con que habitualmente iniciaba todos su comentarios:
- Yo ya te lo había dicho antes.
- Yo ya sabía que esto iba a terminar así.
- Yo ya me compré uno mejor.
- Yo ya estuve acá en otras vacaciones.
- Yo ya no se que mas hacer al respecto.
- Yo ya lo terminé.
- Yo ya conozco a varios como vos.
- Yo ya fui y vine para cuando vos te decidiste.

Y así podría enumerar varias mas.
Lo curioso, es que, a pesar de que eran frases para menoscabar al prójimo, las decía en un tono cantarín y maternal, por el cual a uno no le caía mal de entrada, sino mas tarde, una vez que las palabras habían dado varias vueltas por el cerebro antes de asentarse en el corazón.

La tía Yoya falleció cuando yo ya me había hecho a la idea de que nos iba a enterrar a todos.
En su testamento fue bastante generosa con nuestro lado de la familia.
A mi hermana le dejó una casita en las sierras de Córdoba y a mi un Renault 12 con poco rodaje.
A mis primos políticos Damián y Hernán no les dejó nada.
Juraron ir a orinar su tumba, y lo hicieron.
Grande fue sorpresa cuando llegaron y, junto a la lápida, encontraron una pelela con una leyenda que decía: "Yo ya sabía que iban a venir. Lávense las manos después de mear".


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