A finales de los años 70, cuando la censura en la Argentina era implacable y poderosa, afloraron cientos de películas, llamémoslas "picarescas", donde disimuladas bromas e insinuaciones con doble intención, estaban a la orden del día.
Sin decirlo explícitamente, los guionistas debían aludir al coito, a las relaciones extra-matrimoniales, a la homosexualidad, y a cuanto tema estuviera vedado, de manera sutil; dar a entender, pero que no se note demasiado, esa era la consigna para sobrevivir.
En este contexto y de ese manojo de películas "picarescas", hoy quiero rescatar del olvido a "Maní y Butifarra".
Maní y Butifarra eran un par de amigos cuyo único objetivo era salir de copas para conocer chichas y llevárselas a la cama. Sus apodos, como nuestros más avispados lectores habrán notado, aludían al respectivo tamaño de sus miembros, y el hilo conductor de estas desventuras era la problemática que le acarreaba a cada uno de ellos, el ser rechazado invariablemente por las señoritas, ya sea por chico, o por grande.
En la primer película del dúo, Orlando Burlando interpretaba a Maní, mientras que Butifarra fue caracterizado por Guido Stacciuzza.
A pesar de estar plagada de gags, su éxito fue relativamente pobre, tal vez por el hecho de haber sido estrenada en cercanías del inicio del mundial de fútbol de 1978, donde el interés de los hombres, mayores consumidores de este tipo de películas, estaba mas volcado a la puntería de Kempes y Bertoni que a la de Burlando y Stacciuzza.
La riqueza de la trama no estuvo en la película, sino en la vida real, donde Burlando cargó durante varios meses la mochila de pene manicero. Es por ello que para la segunda película exigió que cambiaran los roles, resignando incluso dinero en pos de recuperar su buen nombre y tamaño.
La segunda película, titulada "Butifarra y Maní son mundiales" (Argentina ya había ganado la copa del 78) fue un fracaso rotundo. Quienes habían visto la primer parte no entendían nada, los personajes estaban cambiados y encima, los gags eran casi los mismos. Quienes no habían visto la primer parte, se aburrieron tanto como los que solo vieron la primera.
Para la tercera y última, los productores decidieron que Maní debía desaparecer. La llamaron "Los mellizos Butifarra", gran error, pues Burlando y Stacciuzza ni siquiera con maquillaje eran parecidos- Pusieron en el elenco a las fugazmente famosas vedettes cordobesas, Chichí & Bombón -que si eran mellizas de verdad- como las chicas a conquistar por el dúo protagonista. El guión fue asignado al prestigioso poeta Benito Eureka, quien escribió todo el libreto en rimas dodecasílabas.
Los diálogos forzados y esotéricos no fueron fácilmente digeribles por el público en general, y si recaudaron algo de dinero fue por la presencia de las bonitas vedettes que mostraron las tetas al aire en un par de escenas, lo que no era poco en la época de la censura.
Stacciuzza se compró un Torino Grand Routier con lo poco que ganó con estos papeles y se la puso contra un árbol en una ruta cordobesa cerca de Chilibroste, No se murió enseguida, pero quedó tonto.
Burlando no consiguió mas papeles, se retiró del mundo de la actuación y lo último que se supo de él, vaya paradoja, es que trabajaba en una fábrica de maní con chocolate.