Adán y Eva tirados en el césped del paraíso terrenal, boca arriba, mirando el cielo, en silencio... hasta que...
(Eva): -Adán.
(Adán): ¿Mmmmm?
(Eva): ¿En qué estás pensando?
(Adán): En nada...
(Eva): ¿Cómo en nada? En algo tenés que estar pensando...
(Adán): Estoy mirando esas cosas blancas que surcan el cielo, no les he puesto un nombre todavía.
(Eva): ¿Querés que le pongamos un nombre juntos?
(Adán): Yo había pensado en llamarlas "cachanfonchongas".
(Eva): Es muy largo, Adán, mejor las llamaremos "nubes".
(Adán): ¿Nubes?
(Eva): Si... ¿no es sensual? Nu-bes... nu-bes...
(Adán): ¿Que es sensual?
(Eva): Mi cuerpo, por ejemplo... ¿no ves que estoy desnuda?
(Adán): Ufa, no entiendo nada... ¿porqué me tocás? ¿Que comiste hoy?
(Eva): Manzana... ¿querés probar?
(Adán): No... salí... no me toques más.
(Eva): ¿Que te pasa? ¿Porqué no te gusto? ¿Acaso hay otra en tu vida?
(Adán): ¿Otra? ¿Que quiere decir "otra"? Cada vez te entiendo menos.
(Eva): Otra es una distinta a mi, que te parezca atractiva... linda... agradable...
(Adán): Ahhh... que se yo... la gorila es una morocha interesante... mas o menos ¿no?
(Eva): ¿La gorila? ¿La gorila te gusta mas que yo?
(Adán): No, yo no dije eso, cachanfonchonga mia...
(Eva): Sos una basura, sos un hijo de puta.
(Dios, interrumpiendo enojado): Momentito, momentito, Eva... no te metas con el Espíritu Santo que de última, él también es tu madre.