30 de julio de 2012

Fiduciario y Fideicomiso

Mi contador se había comprado dos perros de raza dóberman para tener mejor vigilados los terrenos al fondo de su casa.
Los había bautizado Fiduciario y Fideicomiso; al cuete.
Esos nombres tan largos eran poco prácticos para llamarlos. Al final, les decíamos Fidu y Fide, lo cual tampoco tenía mucho sentido, porque a los perros les sonaba igual, y a la voz de Fidu, o Fide, acudían ambos al llamado indistintamente.
Yo le decía que probara entonando los nombres de manera diferente: Fideeee, estirando la 'e' en Fa sostenido, y Fiduuuu, estirando la 'u' en La de la octava anterior. Mi contador era un queso cantando y le salía todo en Re, o a lo sumo en Re sostenido, así que nada, nabo total.
Creo que, en rigor de la verdad, nunca nadie supo quien era Fiduciario y quien era Fideicomiso.
Al final los terminó matando cuando cumplieron ocho años porque perdieron el olfato y atacaban a cualquiera. A Fideicomiso lo enterró al frente de la casa, y al fondo Fiduciario.
Una curiosidad que viene al caso: ¿sabían que todos los dóberman, de nacimiento ladran en Do y que si les cortan las orejas puntiagudas ladran en Do sostenido? De esta manera, si ladran en la oscuridad se puede saber, por el registro del ladrido, si tienen las orejas puntiagudas o no.

3 comentarios:

  1. Sr. Potoca, con el tiempo sus genes andaluces le atacan sin piedad.
    La historia me hizo acordar de Pancho, el perro de una amiga de la secundaria, que era cruza de doberman y perro salchicha (el perro, no la chica) Había heredado cabeza y carácter de doberman, resto del cuerpo, salchicha. Ignoro si las particulares sonoras se mantenían en este raro ejemplar.

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  2. ¡Muy lindo texto!
    Una pequeña joyita.

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