8 de marzo de 2014

Nada

Te quería decir que el otro día, cuando íbamos caminando por la vereda de la calle Francia, por la cuadra esa que está llena de fresnos que dan una sombra muy fresca en verano y que creo que son de la misma variedad que los que tiene mi tia Ester en el patio de su casa donde la semana pasada los albañiles le terminaron el quincho en el fondo y le quedó buenísimo, te digo, un dia de éstos tendríamos que ir a comer un asado aunque ahora, con el gasto que tuvo con los materiales vamos a tener que llevar la carne nosotros, sino, ni miras que la vieja amarreta tire unas costillas a la parrilla, y menos ahora que el concubino que era el que hacía los asados se le fue de la casa. No se si ella lo tenía medio podrido y se le mandó a mudar o que cosa... porque también dicen que él le metía los cuernos ¿sabés con quien? con la gorda Cabral que nos daba matemática en sexto grado de la primaria. Yo hubiera puesto las manos en el fuego que la gorda nunca iba a pegar un novio, que su vida eran las matemáticas y los problemas de ingenio pedorros que nos hacía resolver: ¿te acordás que el único que los resolvía era el Carlitos Fernández?, que en realidad no los entendía, sino que tenía el cuaderno del hermano mayor que los había resuelto el año anterior, y Carlitos los copiaba de allí. El hermano si que era inteligente: entró en el Instituto Balseiro de Bariloche y todo, pero después se tuvo que volver porque rindió dos veces mal Termodinámica y creo que eso no lo permiten y te mandan de vuelta a tu casa. Eso lo frustró y cuando se volvió no quiso estudiar mas nada y terminó dando clases particulares de física y química en una academia que abrió en la calle Francia, por la cuadra esa que está llena de fresnos que dan una sombra muy fresca en verano.

6 comentarios:

  1. El inquisidor vigila este blog.

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  2. Yo te he vigilado a ti, aunque ha sido fortuito.

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    1. Y a usted lo vigilo yo, así cerramos este triángulo misterioso.

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  3. Eterno retorno. Callen a esa señora.

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    1. Que curioso, cuando lo escribí, no pensaba en que era una señora la que hablaba, sino un hombre.

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    2. A mí me parece una chusma de barrio.

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