Tendríamos ocho años, o nueve, tal vez diez como mucho. Era por aquellos años. Estábamos en el recreo, conversando, o cambiando figuritas, no viene al caso.
En eso, se me escapó un pedo, entonces me alejé un poco del lugar.
Uno me preguntó: -¿Adonde te vas?.
- Vámonos, rápido, que me tiré un pedo-, los invité a alejarse conmigo.
- Por mas lejos que te vayas, el pedo te sigue-, me rebatió Gonzalez.
Y allí se instaló la polémica. Un grupo de párvulos adheríamos a la idea de que lo que decía Gonzalez era descabellado, ilógico, imposible: cualquiera puede darse cuenta de que un pedo no se mueve por si mismo.
Otro grupo lo apoyaba con una afirmación irrefutable: si te alejás, seguís sintiendo el olor cerca tuyo, ergo te sigue.
Las posiciones parecían irrecoinciliables y las burlas entre uno y otro grupo, bandos a esta altura, iban y venían en aumento, en cantidad y crueldad.
Sin embargo, la idea de que "el pedo te sigue", iba ganando adeptos en el inconciente del grupo. En el patio, durante el recreo, podía verse niños que, sin causa aparente, comenzaban a caminar en zig zag, haciendo firuletes y fintas incomprensibles, recorridos irrazonables. Éramos mayormente los del primer bando, que si bien rechazábamos la idea de Gonzalez, en nuestras conversaciones ya la habíamos aceptado implícitamente.
- Te puede seguir si te vas caminando derecho, pero no creo que pueda doblar-, dije yo. Y todos nos cruzamos miradas cómplices, como sabiendo que era lo que teníamos que hacer. El mito de Gonzalez había truinfado.
El tema se fue diluyendo a fuerza de los contínuos retos de las maestras para exigirnos que camináramos derecho y formando fila. A fin de año, solo el chueco Barthez y yo seguíamos haciendo trayectorias complicadas para confundir al pedo en su afán perseguidor.
Ninguno de mis compañeros de la primaria, ni siquiera Gonzalez, recuerda esto.
La cuestión quedó en el olvido, sepultada, pero si algún dia me ven que voy y luego vuelvo sobre mis pasos, doy un giro repentino e insospechado y camino como si fuera por dentro de un laberinto invisible, entonces contengan la respiración.
¡Jajaja, Potoca! ¡Esto me encantó!
ResponderEliminar¡Felicitaciones! ¡Siga así!
Me gusta mucho el nombre del blog, también, Potoca.
ResponderEliminarSépalo.
Abrazos.
maravilloso!!!! ajajajaja
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