Tan bueno era él y tan grande su corazón, que todos lo apreciaban.
Una vez se enamoró perdidamente y vendió su corazón a una bellísima mujer.
Era tan mala y mezquina como bella.
-¿Que puedo hacer con este corazón tan grande y tan bueno, todo para mi solita?-, pensó.
Asi pues, se le ocurrió subdividirlo en parcelas y lotearlo.
Hizo buen dinero, ya que lo dividió en siete lotes, ella se quedó con uno y vendió los seis restantes.
Ahora este buen hombre, ya no puede amar perdidamente nada mas que a su mujer.
Tan solo profesa un amor mediocre y sencillo repartido entre siete personas, por orden de superficie cubierta, a saber:
- Su bella mujer.
- Un tío de su mujer.
- El peluquero de su mujer.
- Una prima de la escribana que hizo las escrituras de los lotes.
- Un concejal de Venado Tuerto.
- Un cardiocirujano que usa su parte para perfeccionarse.
- Un kinesiólogo de Tandil (con éste, como lo compró por invertir en algo una herencia que había recibido, casi no se ven, unas vez cada dos años, a lo sumo).
Muy bueno, señor. Muy buen comienzo de blog.
ResponderEliminarMe tendrás seguido por acá. Hoy a la noche sigo leyendo de acá para arriba.
Abrazo.